Argentina en la era de la globalización
En un mundo cada vez más interconectado, Argentina se enfrenta a un nuevo desafío: competir con productos globales manteniendo viva su industria nacional. La apertura de las importaciones transformó las reglas del juego y exige una adaptación urgente.
La hipercompetencia y sus efectos sobre la industria local
Con la apertura de las importaciones, los industriales locales se están enfrentando a una etapa de hipercompetitividad, cosa que complica aún más las cosas para el productor nacional, el cual ya opera en un contexto de altas cargas impositivas, una infraestructura comercial muy costosa y una política laboral restrictiva y obsoleta que desalienta la contratación formal y limita la flexibilidad operativa.
Esta presión deja en evidencia la necesidad de adaptación, eficiencia y estrategia, especialmente para las empresas que ven reducida su participación en el mercado interno.
Casos reales: lo que se vive en el día a día industrial
Un gran ejemplo es un industrial con el que me reuní, dueño de una empresa con más de 100 empleados y máquinas de última tecnología de producción. Antes, una góndola de supermercado estaba completa con su mercadería. Hoy, con la suma de productos importados, apenas ocupa un 20 % de ese espacio.
Esta caída abrupta en las ventas vuelve imposible sostener la misma estructura, obligándolo a operar a pérdida. La situación no es aislada, sino representativa de lo que atraviesan muchas industrias nacionales frente a una competencia desigual.
Otro caso concreto: para un proyecto en el que estoy trabajando, me cotizaron unas aberturas de PVC. El precio en China es de USD 55 FOB, mientras que el mismo producto fabricado en Argentina cuesta USD 231. Esta diferencia de costos vuelve inviable cualquier intento de competir si no se aborda el problema de fondo.
Diferenciarse o desaparecer: el nuevo paradigma industrial
La competencia global nos obliga a repensar el modelo productivo argentino. Ya no alcanza con producir: hay que reestructurar, optimizar procesos y, sobre todo, identificar el diferencial que te hace destacar frente a competidores internacionales.
Ese diferencial puede estar en el diseño, la calidad, la personalización, los tiempos de entrega o el servicio posventa. No se trata solo de fabricar más barato, sino de ofrecer más valor.
Un caso interesante es el de un fabricante de revestimientos alistonados. Su diferencial no está en el precio, sino en ofrecer un sistema completo: accesorios integrados que se adaptan perfectamente a esos paneles, permitiendo una mejor optimización del espacio y un resultado estético superior. Es ahí donde marca la diferencia y se vuelve competitivo.
En otro proyecto personal en un parque industrial, aplicamos estos principios para lograr, con el mismo costo de inversión inicial, una reducción del 95% en los costos fijos. Esto fue posible gracias al uso estratégico de tecnología, demostrando que la innovación y la eficiencia son claves para sostener la industria frente.
No podemos competir solo por precio. Tenemos que competir por propuesta de valor.
El rol del Estado: productividad, no proteccionismo vacío
Yo creo que el rol del gobierno sería promover productividad industrial, a través de medidas como el otorgamiento de créditos a tasa baja, reducción impositiva e inversión en infraestructura logística, no mediante una política internacional meramente restrictiva.
Una visión hacia adelante
Esto no es algo nuevo. El argentino está dotado de versatilidad porque, si no se la rebusca, se muere. Y literalmente, no puede comer. Seamos creativos como siempre lo fuimos, apostemos por la industria nacional.
No fundamos más empresas, fundemos más empresas.